El Gobierno de Javier Milei trabaja en modo X. Frases punzantes sobre los «enemigos», con pocos caracteres, al corazón, bien al estilo posteo es lo que comenzó a verse con mayor profundidad en los últimos días.
Las chicanas en X son moneda corriente para el Gabinete en general, pero a eso hay que sumarle los comentarios provocadores cada vez más frecuentes de los funcionarios de todas las líneas.
Les gusta moverse en ese ambiente, se sienten cómodos pero además, les resulta.
Los super ministros pierden la compostura y avanzan en esa dirección. Lo hizo el ministro de Economía, Luis Caputo en IDEA, que se arrastró él solo al barro político. Sin embargo, en ese auditorio no le fue tan bien. Molestó la improvisación del discurso, sus provocaciones políticas y su olvido de dar la noticia principal lo que lo obligó a volver al escenario a contar lo más importante que tenía para decir: que septiembre volvió a cerrar con superávit fiscal.
Lo mismo sucedió con el de Desregulación, Federico Sturzenegger, que retó a los empresarios y les dijo que no pidan más baja de impuestos.
La titular de Capital Humano, se sumó a la cancha y durante un lamentable escrache en un micro de traslado en Aeroparque les gritó a quienes la increpaban con una «bánquensela, ganamos las elecciones».
Si, está claro, ganaron las elecciones. Eso significa que ocupan los cargos de mayor poder en el Gobierno. Poder. Los otros son menos poderosos. No es necesario bajar al llano salvo por otra cuestión: el apoyo más fiel del Gobierno lo encuentra en el segmento de usuario de redes y allí se fortalece.
Eso explica algunas acciones. Pablo Quirno, secretario de Finanzas, se suma a un conversatorio en X durante una escala a su viaje a Washington para concurrir a la reunión anual del FMI-BID. Desde allí le baja el tono a la expectativa generada con las reuniones que habrá con Georgieva y Gopinath.
Todo pasa en la red, pero la calle tiene otras realidades que habrá que empezar a contemplar.