El informe de Expansion Holding sobre la canción que vaticinó la compra de Silicon Valley Bank (SVB) tras su quiebra.
A principios de los años 70, la banda inglesa Genesis grabó “Selling England by the Pound”, un disco que marcaría su carrera y se convertiría en uno de los más emblemáticos del rock progresivo.
Lo que probablemente no imaginaron Peter Gabriel, Phil Collins y compañía es que, casi 50 años después, una de las filiales de Silicon Valley Bank (SVB) -que es uno de los emblemas de la banca moderna- sería comprada por una libra.
¿Por qué se dio la insólita adquisición? Todo comenzó la semana pasada, cuando el SVB sufrió un colapso que hizo temblar el sistema financiero y mantuvo en estado de alerta a todo el mundo.
El Gobierno estadounidense tuvo una actuación camaleónica. Primero, descartó la posibilidad de intentar un rescate. Sin embargo, el miedo de repetir la experiencia del 2008 (la tristemente célebre quiebra de Lehman Brothers), lo hizo cambiar de opinión.
La decisión fue salomónica: el Estado se haría cargo de garantizar los depósitos a cambio de dejar caer al banco que financia las operaciones de las empresas tecnológicas más importantes.
En este escenario fue que apareció el HSBC de Inglaterra, que adquirió la sede británica del SVB por una libra. Sí: una libra. Eso sí, para que la operación fuera aprobada fue necesario que el banco demostrara solvencia para cubrir los fondos a la vista de todos los clientes.
Mientras tanto, la SEC y el Departamento de Justicia norteamericano comenzaron una investigación sobre el Silicon Valley Bank. Supuestamente, se trata de una tarea de rutina, propia de un manual de crisis.
No obstante, trascendió que un tiempo antes del colapso algunos accionistas del banco vendieron sus participaciones. Las sospechas son varias, pero ahora es momento de realizar un análisis más que blandir hipótesis.
Todos estos movimientos, que fueron realizados para tratar de despejar los nubarrones del cielo financiero, en realidad terminaron por generar un efecto contrario. Y, lo que empezó como un chaparrón, ahora temen que se convierta en tormenta.
La onda expansiva se fue derramando de a poco en todos lados. Las bolsas asiáticas, por caso, sufrieron caídas marcadas al inicio de la semana. Las pizarras de Japón, China y Corea del Sur estuvieron al rojo vivo.
En el caso chino, esta situación se suma a los conflictos propios que atraviesa el gigante asiático. Y, como no podía ser de otra manera, el contexto fue utilizado por Xi Jinping para sumar más control: esta vez, sobre el sector financiero y bancario.
En tanto, en los Estados Unidos 11 bancos de renombre crearon un fondo de u$s30.000 millones para intentar rescatar al First Republic Bank. Lamentablemente, al menos al cierre de este News, no alcanzó para evitar que las acciones cayeran el viernes.
Se dijo: el miedo no conoce de fronteras. Y, mientras todos tratan de pronosticar hasta dónde será la onda expansiva de la explosión del SVB, una de las entidades bancarias más emblemáticas de Europa vive su propio infierno.
Hablamos del Credit Suisse, cuyas acciones se desplomaron más de un 25% (baja histórica en su cotización) y provocaron un sismo de magnitudes todavía desconocidas en el sistema bancario del Viejo Continente.
El génesis no estuvo relacionado con el SVB. Por el contrario, fue un anuncio de su principal accionista (afirmó que no podía aumentar su participación accionaria) el que provocó el cimbronazo.
Por suerte, lo que parecía ser el principio del fin mejoró un poco. El jueves la máxima entidad financiera suiza afirmó que el Credit Suisse “cumple los requisitos de capital y liquidez impuestos a los bancos de importancia sistémica”.
Pero… la suerte es efímera. Este viernes las acciones del gigante de Zurich volvieron a caer. Los nubarrones, que tanto parecían haberse despejado, aparecieron y tomaron por sorpresa a los mercados y la incertidumbre se apoderó del escenario.
La preocupación es grande y se acrecentó cuando Nouriel Roubini afirmó que la crisis de la entidad financiera suiza es un momento Lehman para los mercados. “Demasiado grande para fracasar y demasiado grande para ser salvado”, fue su catastrófico pronóstico.
Considerando que el economista fue el que vio antes que nadie cómo el tren del colapso iba a colisionar con una realidad “color de rosa” en el 2008, sus palabras tienen un peso importante (y, definitivamente, preocupante).
En un escenario tan tenso, algunos actores pidieron paciencia. Tal es el caso de la vicepresidenta primera de España, Nadia Calviño, quien reclamó “máxima prudencia” al Banco Central de Europa.
La también Ministra de Economía española solicitó cautela a la entidad europea, que -sin conocer noticia todavía sobre el colapso del SVB- pretendía continuar con su política agresiva de suba de los tipos de interés.
Es que, mientras el sistema bancario del mundo mira el escenario con pavor, la inflación mantiene en vilo a muchas de las economías más importantes del planeta. En España, por caso, el incremento de precios se siente fuertemente en los salarios.
El pedido, como dicen las abuelas, fue en balde. El organismo dirigido por Christine Lagarde incrementó 50 puntos básicos los tipos de interés. Lo bueno fue que, al menos, desde la entidad aclararon que “están listos para responder en caso de ser necesario”.
El reclamo para bajar las ansiedades de los principales banqueros centrales -respecto a realizar anuncios relacionados con la tasa de interés- también se escucha en los Estados Unidos.
En Wall Street temen que una política agresiva como la que dejó entrever Jerome Powell en su discurso de la semana pasada (antes de la caída del SVB, el Silvergate y el Firts Republic Bank) provoquen nuevos colapsos.
Pese a que los datos de inflación de Estados Unidos fueron muy alentadores (en febrero cayó al 6% anual), lo cierto es que la Reserva Federal esperaba también buenas noticias sobre los salarios (cosa que no sucedió).
Está claro que no habría tanta expectativa si Powell fuera argentino y tuviera que regir los designios del sistema financiero nacional. Con un IPC mensual de 6,6% en febrero, no habría margen de dudas sobre qué camino tomaría.
El indicador de la Argentina del segundo mes del año terminó empujando a las cifras anuales a un valor que superó el 100%. Los alimentos fueron los grandes protagonistas de las subas registradas por el organismo de estadísticas.
Los datos de inflación no hacen más que poner en evidencia el fracaso de las medidas oficiales para contener los valores en las góndolas. Alcanza con un ejemplo: los precios de los productos alimenticios triplicaron a los del programa “Precios Justos”.
Mientras la banca tambalea, los mercados se muestran preocupados y algunas variables económicas se disparan, hay muchos que se preguntan cuándo asomará (aunque sea un poco) el sol de la tranquilidad.
Es más que obvio. Nadie quiere una catástrofe financiera global. Por el contrario, son muchos los que son felices como están ahora y quieren mantenerlo. Así lo cantaba Gabriel en “I know what I like (in your wardrobe)”. Sería bueno que lo escuchen.
Fuente: Expansion Holding.